Hace 1 año, en la comunidad de WUHAN, China, se describió el primer caso de infección por SarsCov2. Infección que llegó (esperemos que no) para quedarse un buen rato con la humanidad.
No sabíamos que pasaba en ese entonces (y aun parece que no sabemos todavía) pero después de 53 días, la OMS lanzó su primer comunicado de la pandemia el cual lucia así:

La causa era desconocida, y hasta el 3 de enero eran a penas 44 casos. posteriormente, fue descubierto que la nueva cepa de coronavirus, era la causante, y al 30 de enero ya se reportaban mas de 200 casos, distribuidos así: China (278 casos), Tailandia (2 casos), Japón (1 caso) y Corea (1 caso).
Obviamente, nadie se esperaba una evolución tan rápida y tan extensa como la que vivimos hoy en día. Nadie se esperaba los miles de casos de muertos, miles de casos de contagios, miles de vidas cambiadas.
Y así, fue como se declaro una PANDEMIA.
Los médicos no sabíamos por donde atacar, no sabíamos que hacer, no sabíamos cuando iba a cambiar.
De repente, tener que usar un equipo de protección personal con mascarillas que uno solo se imagina en películas de guerra, o libros como «la peste» de Camus.
Equipos de mas de 3 kilogramos, usados para enfrentar una enfermedad de la que no conocíamos nada.

Pronto, de un lugar a otro, se empezaron a hacer reportes, a comentar casos, a empezar a publicar de manera anecdótica y de manera personal, el como se manejaron estos pacientes, Y aún así morían, a nuestros ojos, a nuestras manos, sin poder hacer absolutamente nada y con el miedo que hace que como médico te llegues a paralizar, a dudar, a querer salir corriendo…
Después, lo que más temíamos, pasó: la muerte del personal de salud se hacía presente en cada hospital, en cada país, en cada amigo, conocido, colega.
Era un caos, es un caos…
Y así, empezaron los tratamientos, tal o cual medicamento, tal o cual remedio, tal o cual (cualquiera) cosa que nos diera una pequeña luz al final del camino en la lucha contra este virus.
Y no, ninguna funcionó. Política y economía empezaron a mezclarse con el tema de salud.
Conferencias para tratar de calmar a la población, noticias que intentaban mermar la situación, pero nosotros, los médicos, sabíamos la realidad de la pandemia: NO se iba a acabar pronto.
A un año del primer caso, sabemos que hacer de manera inicial, sabemos que hacer al final, sabemos que hacer pero realmente en un país con obesidad y diabetes como primeras fuentes de enfermedad, la letalidad y mortalidad del virus es elevada, y no por el hecho de que se trate de un virus de muerte, no, si no por el hecho de que los factores de riesgo ya mencionados, son la primera causa asociada a muerte por COVID19.
Seguiremos así hasta que las vacunas que ya estén en desarrollo nos protejan. pero en un mundo donde el sarampión ya se reportó nuevamente debido a que la gente cree que la tierra es plana y que las vacunas nos van a controlar, erradicar un virus como el que estamos viviendo va a ser muy difícil.
Podría atreverme a decir que la pandemia que vivimos no solo es de covid19, si no también de ignorancia, rebeldía, desobediencia pero todo ligado y resultado de la situación social y económica que países como México se encuentra.
«Cuando una actividad innecesaria para algunos te da de comer, se vuelve vital para otros», lo que conlleva a pensar que, tener encerrado a medio país cuando las oportunidades de empleo y de obtener ingresos no son las mismas para todos, es impensable.
Pero también seamos sinceros, no todo es culpa del gobierno, si no también de la necesidad imperiosa del ser humano de festejar, tomar alcohol, celebrar lo que sea, lo que lleva al poco respeto del aislamiento social y por ende, a la perpetuación de los contagios que, al día de hoy, siguen abarrotando los servicios de urgencias de todos los hospitales.
A un año del covid19, hemos aprendido a usar cubreboca, a no salir, a distanciarnos; a un año del covid, aprendimos que la salud no tiene precio y que no hay nada que nos alance cuando de tratar de recuperarla se trata.
A un año del covid, hemos aprendido que la culpa también es de nosotros como personas…
A un año del covid, también hemos aprendido que no hemos aprendido nada.
Por Alejandro Castillo.
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